Estoy cansado, me dirijo a la habitacion y como siempre antes de acostarme cuento unas pocas monedas para el pasaje del otro dia, programo el despertador a las 07,30 horas, sin ganas de levantarme a trabajar, dejo oprimido el boton de la alarma, las agujas convencionalmente me acusan 23,50, no me acostumbro a este maldito cambio de horario; Me recuesto sin sentir la cama debajo, enciendo un cigarrillo de los pocos que ya quedan del tercer paquete en el día, sin degustarlo comienzo a largar una bocanada de humo, una neblina grisásea que comienza a invadir lentamente todo el cuarto, con nauseas y ojos llorosos me levanto y abro de par en par la pequeña ventana de corroida madera, un aire frío y violento me sacude y sin embargo las cortinas permanecen inmóviles a la ventisca, la neblina por el contrario me ciega con mas cruldad que antes, la pequeña radio con su voz chillona la escucho muy lejana, el reloj con su tic tac me recuerda lo acelererado de mis pulsos cardíacos.
Me recuesto sin sentir la cama debajo, un sopor frio me arrulla, la noche se presta para dormir.
Cierro los párpados y comienzo mi viaje sin descanso para la mente que sigue hirviendo en borbotones de luz y sentimientos, como si estuviera dentro de un enorme y cilindrico arco iris, luces multicolores me regalan su gusto agridulce que se desvanecen antes de empezar a degustarlos. No siento nada corporal, me olvido del presente y solo recuerdo cosas del pasado lejano, temprano en mi vida, delante mio fluye como en una película toda mi vida pasada: mi niñez de chico pobre provinciano balbuceando recien unas pocas palabras del nuevo idioma nativo. Veo campos y en la lejania se divisa una casita humilde, bajita rodeada de flores tambien pequeñas, me deslizo hacia ella como llevado por una cinta transportadora, suave y continuemente voy llegando, veo a mi madre portando una caja de vida por encima de la cintura y delante de ella, cortando el aire y el tiempo un poco antes de quien la lleva, un tiempo que permanecera inmovil a esta dimension y que, una vez abierta pasara a otra caja a iniciar su corto viaje de vuelta.
Cielos grises y calles barrosas, paisaje interno de un niño alegre por las mañanas y aterrado en las noches por paranoicas pesadillas de lobos y viejos con bolsas; atardeceres agonizantes de risas y parturientas en horrores.
Luego vino la mudanza a una parcela de tiera que dicen es nuestra, el mismo viejo ranchito y sin embargo primavera a una esperanza nueva; me veo entre cielos radiantes, barriletes coloreados y arboledas, mariposas libres entre flores de cardos de espinas prisioneras. Un nevado ciruelo nos ofrece sus ramas, brazos extendidos y mano abierta para treparse a su mundo de cielo estrellado en juegos, en el aire del atardecer flota una fragancia de treboles y azahar, de pasto mojado y tierra humedecida de aguacero.
El caminito serpenteante hacia la escuela, corro por ella escuchando la campana, llego a tiempo a su templete de madera, mis compañeros me saludan y preguntan por una figu, que linda la seño!, correr de vuelta a casa a comer y ver tele.
Las imagenes pasan cada vez mas rapidamente, secuencias distintas repiten los mismos juegos, lo mismo vivido; que distinto a lo que soy ahora, que contraste con el adulto y sin embargo sigo soñando con volver a ser niño.
En la última secuencia detenida veo que estoy acostado con los ojos cerrados, mirándome en un doble espejo de contrarias perspectivas, estoy como diluido en mi propia vision ontológica.
Estoy dormido en mi niñez en la que sigo vivo. Ahora y de repente, estoy en un lugar sin nombre, sin dolores y sin tiempo, impaciente por saber lo que vendrá, me doy cuenta que sólo estuve recordando un sueño, pero por sobre todo, ahora se...que estoy muerto.